Una invitación a revivir la decoración colonial
Debido al trabajo de su marido, también holandés –y antes de radicarse definitivamente en la Argentina–, Gisela du Mée pasó los últimos treinta años viviendo en distintos países.
Fotógrafa, escritora y creadora de Arte Ayuda (un proyecto destinado a la promoción artística y a la beneficencia), es la responsable de la decoración de La Blanqueada.
De hecho, no hay ambiente que no sea un fiel reflejo de sus pasiones: el amor al arte –presente en las obras de artistas nacionales como Sergio Boccaccio, Daniel Vidal y León Ferrari–, el diseño y la historia, patente en los muebles de distintos estilos y épocas, y en los objetos adquiridos a lo largo de sus viajes. Su ojo, como buena artista que se precie, logra una singular composición en cada espacio de la casa.
Lámpara curva de pie original de los 60. Debajo, en otro sector del estar, cómoda espejada con florero de plata y pava diseñada por Alessi
En el living-comedor, la pino tea y las paredes en amarillo crean el marco perfecto para lucir la variedad estilística de muebles y piezas de arte.
La buena elección de los colores –desde los pasteles hasta los más brillantes– es notoria.
Entre ellos, el azul y sus matices, color preferido de Gisela, es un elemento constante.
Pero su gran logro radica en haber armonizados una gran variedad de estilos con fluidez, sin que se roben protagonismo entre sí.
Tras 40 años de estar dividida en dos propiedades, los actuales dueños de La Blanqueada lograron unificar nuevamente el casco.
Las paredes se revistieron con azulejos trabados y rematados por una guarda azul, que continúa el estilo de las cerámicas de la galería.
Las mesadas son de granito gris Mara y los muebles de madera recibieron una sutil pátina blanca.
Una vez instalados, una de las alas de esta casa quinta –que supo ser hogar de una tradicional familia de la sociedad porteña– fue acondicionada para recibir a los hijos del matrimonio, que viven en el exterior, y, en su ausencia, para que funcione como un exclusivo petit hotel.
La dueña de casa eligió un verde brillante con toques de rojo para el hall de acceso a la planta alta. Se aprovechó el bajo escalera para el guardado
La zona de estar común para los dos dormitorios de la planta alta, ubicados en el ala de la casa destinada a los hijos y a los huéspedes.
Durante su estadía, los huéspedes se pueden alojar en una de las dos habitaciones en suite y hacer uso del jardín y las comodidades generales de la casa. Conservada casi íntegramente en su estado original, las renovaciones realizadas en la casa respetaron tanto el estilo como los materiales, potenciando en algunos casos los detalles de época.
Bautizada Polosuite, esta habitación matiza su temática masculina con la suavidad del celeste liláceo elegido para las aberturas, los géneros y las alfombras.
Pintado de azul añil y con dos simpáticas sillitas de hierro patinado entre los lavatorios ?Victoria? de Ferrum, el baño tiene un aire romántico.
Típicamente colonial, su estructura se caracteriza por sus anchos muros, sus techos altos con bovedilla y vigas, la gran galería, pisos calcáreos y de pino tea, y la soberbia carpintería de madera.
Como si fuera una extensión del living, el arte también aparece en sus paredes, y la combinación de muebles sigue la línea ecléctica que predomina en la casa.
Los géneros rayados y las variaciones del azul se reiteran en este rincón, difícil de abandonar al mediodía.
La extensa galería del ala destinada a los huéspedes y la pileta coronan el amplio jardín.
FUENTE: BLOGYDECO
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