Vivienda en Santa Caterina - Estudio Egue y Seta
Esta cálida vivienda, cuyo interiorismo corresponde al estudio de Daniel Pérez y Felipe Araujo (Egue y Seta), refleja los cambios lógicos experimentados por la vivienda unifamiliar a lo largo de los años. Cambios formales salpicados por las tendencias futuristas, el austero minimalismo o la nostalgia revisionista dependiendo del momento temporal vivido. En la actualidad y abandonadas estas tendencias, para “lograr un ambiente realmente contemporáneo, se ha de recurrir por fuerza a una combinación de elementos vernáculos y tradicionales, profundamente relacionados con el inmueble original, conjugados con las más novedosas formas de vivir y habitar el espacio“, como explican los responsables del proyecto.
En este piso, situado en Sta. Caterina, una zona ubicada en el corazón de la Ciudad Condal, se refleja la tendencia que viene desdibujando, entre otras, la frontera entre las esferas pública y privada de la casa. Tal es el caso de aquella frontera opaca que conseguía ocultar las áreas de servicio y las privadas, separándolas de las estancias sociales.
De tal forma, esta reinterpretación del típico piso del Eixample barcelonés, en lugar de articularse a través de un corredor, opta -en cambio- por girar en torno a una gran cocina-comedor que, levantada sobre el tradicional suelo de mosaico hidráulico, se ofrece como un espacio con profunda vocación social y de entretenimiento más allá de su simple funcionalidad como dependencia de servicio.
La cocina, que atraviesa la planta de forma longitudinal, abarca un tercio de la superficie de la casa. En ella, los balcones, las estanterías convertidas en bancos-sofá; la amplísima mesa de madera natural maciza; los asientos y luminarias de diseño contemporáneo; el aparador de boticario antiguo en hierro forjado y mármol; los electrodomésticos de última generación, ocultos tras una fachada de madera de recuperación, convierten este gran espacio en el protagonista del hogar y representante de un nuevo estilo de vida.
Al rededor de la gran cocina-comedor se disponen, en sentido de las agujas del reloj y sin apenas espacios de transición, un aseo auxiliar de cortesía; un habitación doble exterior con baño propio y balconera; un salón con posibilidad de ser transformado en habitación de invitados; la habitación principal con su cuarto de baño respectivo, y un acceso hacia el patio interno de la finca cuyas paredes revestidas en hiedra logran vincularlo visualmente con los otros jardines interiores del inmueble.
Al evitar los espacios de transición (vestíbulos, “halls” y pasillos de circulación separados por tabiques) se consigue una sensación de amplitud general que promueve la propagación uniforme de la luz natural y la ventilación, al tiempo que se renuncia en cierta medida a la estricta privacidad de las zonas “íntimas”, que suelen disfrutar de menos luz y ser más pequeñas.
Es por esto que las habitaciones de esta vivienda, aunque puedan cerrarse tras altísimas puertas dobles adornadas con clásicas molduras y tiradores metálicos, se abren hacia los cuartos de baño mediante transparencias y reflejos propuestos por dos importantes jardines internos, delimitados por grandes cristaleras realizadas a medida en carpintería de madera lacada.
En consecuencia, los cuartos de baño se tratan como áreas de relax que deben gozar de la amplitud y la iluminación preferente de las que, usualmente, sólo gozan las estancias más sociales. No obstante, la discreción no se sacrifica del todo: la exhuberante cortina vegetal generada por los bambúes de los jardines se encarga de ofrecer la privacidad necesaria sin sacrificar luz o amplitud.
En los tres baños, el mármol de recuperación; el mosaico de vidrio blanco con aristas redondeadas de media caña; las griferías y herrajes de acero inoxidable; las grandes mamparas de cristal transparente y de nuevo, muros vegetales de un vibrante verdor terminan por configurar tres estancias muy poco tradicionales que ofrecen a cambio gran confort y originalidad.
En el salón, un sofá de piel blanca y líneas puras se recorta sobre un plano teñido de un profundo turquesa mediante papel pintado, que une, por el flanco derecho, la textura visual del mosaico hidráulico de Escher con el rayado de vigas de madera restauradas en el techo de vuelta catalana.
Desde aquí se iluminan, mediante luces orientables, piezas de mobiliario y decoración que los dueños han ido encontrando paulatinamente a lo largo de viajes alrededor del mundo y paseos por el barrio del Borne, personalizando de forma progresiva el espacio y haciéndolo cada vez más único y acogedor.
En este salón sin televisión, se pueden ver películas proyectadas sobre una blanca pared que, a modo de pantalla, permanece desprovista de decoración, mientras que abriendo las puertas centrales del armario lateral, el salón se convierte en una tercera habitación para invitados al desplegar la cama doble abatible que se oculta en su interior conjuntamente con su cabezal, mesas de noche e iluminación de lectura empotrada. A los lados y tras puertas de estilo provenzal lacadas en blanco, se oculta la consola de mando de los aparatos audiovisuales, al tiempo que se ofrece espacio para el almacenamiento de discos, películas, y lencería.
Proyecto: Vivienda en Santa Caterina.
Localización: Barcelona (España).
Año: 2011.
Diseño interior: Egue y Seta (Daniel Pérez + Felipe Araujo).
Superficie: 110 m2.
Fotografías: Víctor Hugo (www.vicugo.com)
En este piso, situado en Sta. Caterina, una zona ubicada en el corazón de la Ciudad Condal, se refleja la tendencia que viene desdibujando, entre otras, la frontera entre las esferas pública y privada de la casa. Tal es el caso de aquella frontera opaca que conseguía ocultar las áreas de servicio y las privadas, separándolas de las estancias sociales.
De tal forma, esta reinterpretación del típico piso del Eixample barcelonés, en lugar de articularse a través de un corredor, opta -en cambio- por girar en torno a una gran cocina-comedor que, levantada sobre el tradicional suelo de mosaico hidráulico, se ofrece como un espacio con profunda vocación social y de entretenimiento más allá de su simple funcionalidad como dependencia de servicio.
La cocina, que atraviesa la planta de forma longitudinal, abarca un tercio de la superficie de la casa. En ella, los balcones, las estanterías convertidas en bancos-sofá; la amplísima mesa de madera natural maciza; los asientos y luminarias de diseño contemporáneo; el aparador de boticario antiguo en hierro forjado y mármol; los electrodomésticos de última generación, ocultos tras una fachada de madera de recuperación, convierten este gran espacio en el protagonista del hogar y representante de un nuevo estilo de vida.
Al rededor de la gran cocina-comedor se disponen, en sentido de las agujas del reloj y sin apenas espacios de transición, un aseo auxiliar de cortesía; un habitación doble exterior con baño propio y balconera; un salón con posibilidad de ser transformado en habitación de invitados; la habitación principal con su cuarto de baño respectivo, y un acceso hacia el patio interno de la finca cuyas paredes revestidas en hiedra logran vincularlo visualmente con los otros jardines interiores del inmueble.
Al evitar los espacios de transición (vestíbulos, “halls” y pasillos de circulación separados por tabiques) se consigue una sensación de amplitud general que promueve la propagación uniforme de la luz natural y la ventilación, al tiempo que se renuncia en cierta medida a la estricta privacidad de las zonas “íntimas”, que suelen disfrutar de menos luz y ser más pequeñas.
Es por esto que las habitaciones de esta vivienda, aunque puedan cerrarse tras altísimas puertas dobles adornadas con clásicas molduras y tiradores metálicos, se abren hacia los cuartos de baño mediante transparencias y reflejos propuestos por dos importantes jardines internos, delimitados por grandes cristaleras realizadas a medida en carpintería de madera lacada.
En consecuencia, los cuartos de baño se tratan como áreas de relax que deben gozar de la amplitud y la iluminación preferente de las que, usualmente, sólo gozan las estancias más sociales. No obstante, la discreción no se sacrifica del todo: la exhuberante cortina vegetal generada por los bambúes de los jardines se encarga de ofrecer la privacidad necesaria sin sacrificar luz o amplitud.
En los tres baños, el mármol de recuperación; el mosaico de vidrio blanco con aristas redondeadas de media caña; las griferías y herrajes de acero inoxidable; las grandes mamparas de cristal transparente y de nuevo, muros vegetales de un vibrante verdor terminan por configurar tres estancias muy poco tradicionales que ofrecen a cambio gran confort y originalidad.
En el salón, un sofá de piel blanca y líneas puras se recorta sobre un plano teñido de un profundo turquesa mediante papel pintado, que une, por el flanco derecho, la textura visual del mosaico hidráulico de Escher con el rayado de vigas de madera restauradas en el techo de vuelta catalana.
Desde aquí se iluminan, mediante luces orientables, piezas de mobiliario y decoración que los dueños han ido encontrando paulatinamente a lo largo de viajes alrededor del mundo y paseos por el barrio del Borne, personalizando de forma progresiva el espacio y haciéndolo cada vez más único y acogedor.
En este salón sin televisión, se pueden ver películas proyectadas sobre una blanca pared que, a modo de pantalla, permanece desprovista de decoración, mientras que abriendo las puertas centrales del armario lateral, el salón se convierte en una tercera habitación para invitados al desplegar la cama doble abatible que se oculta en su interior conjuntamente con su cabezal, mesas de noche e iluminación de lectura empotrada. A los lados y tras puertas de estilo provenzal lacadas en blanco, se oculta la consola de mando de los aparatos audiovisuales, al tiempo que se ofrece espacio para el almacenamiento de discos, películas, y lencería.
Proyecto: Vivienda en Santa Caterina.
Localización: Barcelona (España).
Año: 2011.
Diseño interior: Egue y Seta (Daniel Pérez + Felipe Araujo).
Superficie: 110 m2.
Fotografías: Víctor Hugo (www.vicugo.com)
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