Arquitectura paisajista: Puro verde en las sierras cordobesas
Inserto en el imponente paisaje árido se alza este jardín, el marco de una obra de estilo criollo.
Ubicado al pie de las sierras cordobesas, este lote de diez hectáreas con pendientes naturales alberga un cuidado parque. Era un monte cerrado y espeso, con vegetación autóctona, aunque con pocos ejemplares de gran porte. Con machete en mano fueron abriendo camino. Así fue que rescataron un añejo algarrobo en el centro de un gran bajo, alrededor del cual comenzaron a limpiar.
El trabajo fue minucioso, marcaron cada arbolito que debía quedarse por su tamaño, su forma y su ubicación, entre ellos: chañares, algarrobos, molles, quebrachos blancos, talas, cocos y espinillos.
Alrededor de un viejo tala se construyó la primera casa. Luego vinieron el taller de trabajo, la pileta, la casa de los caseros, el estanque y los corrales.
Hecho en casa
Los dueños, poco a poco, comenzaron a reproducir sus propias plantas. Todos los otoños arman túneles en donde producen mediante esquejes lavandas, santolinas, teucrium, avelias, salvias, entre otras. De semilla reproducen algunos árboles, como el cina-cina, y tuvieron buenos resultados con algunos autóctonos, como el garabato y lagaña de perro (hermoso y florido ejemplar típico de las sierras de Córdoba).
Elaboran su propio compost y lombricompuesto. También armaron una huerta para el autoabastecimiento y un sector de frutales, entre los que hay ciruelos, durazneros, damascos, caquis, manzanos, perales, membrillos, higueras, almendros, nogales y castaños.
Refugio criollo
Las construcciones de Agua de piedra, a cargo del Arq. Eduardo Salusso, responden a un concepto de arquitectura criolla que se refleja en la economía de recursos, en la imagen atemporal y en buena convivencia con el paisaje.
Los materiales fueron seleccionados con un propósito y a partir de la relación con el entorno serrano. Así, se eligió la piedra como protagonista y se colocó en bordes de ventanas, basamentos y escaleras, aportando textura, fuerza e integración.
El ladrillo, presente en muros y en pisos, da calidez al igual que la madera de las aberturas recicladas, escalones y dinteles de durmientes. El color de las paredes exteriores está en armonía con los tonos de la tierra o la piedra y se destaca suave entre las grandes extensiones de cuidado césped.
FUENTE: BLOGYDECO
Ubicado al pie de las sierras cordobesas, este lote de diez hectáreas con pendientes naturales alberga un cuidado parque. Era un monte cerrado y espeso, con vegetación autóctona, aunque con pocos ejemplares de gran porte. Con machete en mano fueron abriendo camino. Así fue que rescataron un añejo algarrobo en el centro de un gran bajo, alrededor del cual comenzaron a limpiar.
El trabajo fue minucioso, marcaron cada arbolito que debía quedarse por su tamaño, su forma y su ubicación, entre ellos: chañares, algarrobos, molles, quebrachos blancos, talas, cocos y espinillos.
Alrededor de un viejo tala se construyó la primera casa. Luego vinieron el taller de trabajo, la pileta, la casa de los caseros, el estanque y los corrales.
Las especies que resistían las condiciones del lugar –suelo pobre, fuertes vientos, largos períodos de sequía, crudos inviernos y altas temperaturas estivales– comenzaron a volverse las figuras principales del diseño. Lavandas, bulbines, euriops y teucrium.
Plantaron nuevos árboles, como aguaribay, cina cina, orcos, quebrachos y algarrobos, además de un sector con pinos eliotis.
En cada roquerío fueron armando los canteros y rocallas de estilo natural. Diagramaron senderos peatonales, sorteando los desniveles con escalones de durmientes en quebracho.
En la primera parte del ingreso plantaron plátanos, luego dejaron un gran vacío para destacar un algarrobo y un quebracho blanco y continuaron el camino con Fagara coco trasplantados del monte preexistente.
Plantaron nuevos árboles, como aguaribay, cina cina, orcos, quebrachos y algarrobos, además de un sector con pinos eliotis.
En cada roquerío fueron armando los canteros y rocallas de estilo natural. Diagramaron senderos peatonales, sorteando los desniveles con escalones de durmientes en quebracho.
En la primera parte del ingreso plantaron plátanos, luego dejaron un gran vacío para destacar un algarrobo y un quebracho blanco y continuaron el camino con Fagara coco trasplantados del monte preexistente.
Hecho en casa
Los dueños, poco a poco, comenzaron a reproducir sus propias plantas. Todos los otoños arman túneles en donde producen mediante esquejes lavandas, santolinas, teucrium, avelias, salvias, entre otras. De semilla reproducen algunos árboles, como el cina-cina, y tuvieron buenos resultados con algunos autóctonos, como el garabato y lagaña de perro (hermoso y florido ejemplar típico de las sierras de Córdoba).
Elaboran su propio compost y lombricompuesto. También armaron una huerta para el autoabastecimiento y un sector de frutales, entre los que hay ciruelos, durazneros, damascos, caquis, manzanos, perales, membrillos, higueras, almendros, nogales y castaños.
Refugio criollo
Las construcciones de Agua de piedra, a cargo del Arq. Eduardo Salusso, responden a un concepto de arquitectura criolla que se refleja en la economía de recursos, en la imagen atemporal y en buena convivencia con el paisaje.
Los materiales fueron seleccionados con un propósito y a partir de la relación con el entorno serrano. Así, se eligió la piedra como protagonista y se colocó en bordes de ventanas, basamentos y escaleras, aportando textura, fuerza e integración.
El ladrillo, presente en muros y en pisos, da calidez al igual que la madera de las aberturas recicladas, escalones y dinteles de durmientes. El color de las paredes exteriores está en armonía con los tonos de la tierra o la piedra y se destaca suave entre las grandes extensiones de cuidado césped.
FUENTE: BLOGYDECO
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