Una Casa entre lo Natural y la Tradicion
Alejados del mundanal ruido, asà viven en esta casa. En el exterior, la piscina invita al disfrute del paisaje y en el interior, los espacios amplios incitan a la calma perfecta.
Con el buen tiempo la vida diaria se traslada al exterior. En esta casa mallorquina se aprovechó el paisaje verde y el ambiente tranquilo para crear un espacio de paz y sosiego a dos niveles. En la parte inferior se dispuso una zona de estar formada por dos sofás enfrentados y unos sillones con cojines, bien protegidos con sombrillas.
Rodeada de montañas y con vistas al pueblo de Sóller, en Mallorca, la construcción de esta peculiar casa no responde al canon tradicional de las viviendas de la isla. Quizás viene dado por los elementos de estilo art noveau que se pueden apreciar tanto en el exterior como en el interior. Mientras que la fachada quedó intacta, por expreso deseo de su actual propietario, por dentro fue necesaria una modificación profunda para adaptarla a las nuevas necesidades de la familia.
Unos escalones salvan el desnivel en el acceso a la piscina, alargada y enmarcada por bancales. A un lado se colocaron unas hamacas con colchonetas, para disfrutar del sol, y enfrente se ubicaron unos cómodos sillones de mimbre bajo la sombra que proporciona una improvisada jaima.
El área de la piscina se actualizó con el fin de rejuvenecer el entorno de la vivienda. Para ello se revistió toda la superficie con madera y se distribuyó en tres ambientes diferentes: una zona de estar y un chill out en la zona superior mientras que en la parte inferior, alrededor de la piscina, se ubicó el solárium. AsÃ, todos quedaron contentos.
El espacio, que antaño estaba excesivamente compartimentado, acoge hoy ambientes amplios y desahogados. En la planta baja se agruparon las estancias más utilizadas: el salón o zona de estar, la cocina con office y el dormitorio principal, donde se integró un espectacular baño a modo de spa privado. En él, tanto las piezas como los elementos estructurales destilan un aire escultórico. Mientras, el piso de arriba se reservó a los invitados —que en verano suelen visitar a la familia—y en el semisótano, se construyó una bodega.
En el salón destaca la carpinterÃa de madera encerada de los ventanales, con más de 70 años. En cuanto al mobiliario, se acertó al combinar muebles tradicionales con otros de estilo más actual, como los sofás de tapicerÃa en blanco inmaculado y el puf, de la firma Flexform, que incitan a mantener largas tertulias.
La puerta, con cuarterones de cristal transparente, permite la conexión visual con el resto de la vivienda. Su diseño, de doble hoja y con molduras inferiores, es una prolongación del de los dos armarios situados a la entrada.
En cuanto a la decoración, se recurrió a la estética clásica que caracteriza las casas de la isla: paredes pintadas de blanco impoluto, mobiliario con la madera como protagonista, a juego con las carpinterÃas de las ventanas, y revestimientos hidráulicos, piedra o gres, a veces cubiertos por alfombras de fibras vegetales.
Una cocina despejada
El hecho de que la isla ocupe el centro de la cocina facilita la libertad de movimientos. El dibujo de damero de las baldosas hidráulicas antiguas aporta dinamismo al ambiente. La luz natural entra a través de las ventanas.
En el centro de la cocina se situó una amplia isla de madera de roble con placa y horno de acero, ambos de la firma Smeg. Junto a ellos se dispuso el fregadero, para facilitar las tareas. Vitrinas a ambos lados de la puerta y una hornacina con baldas sobre el radiador hacen posible que el menaje se encuentre perfectamente organizado.
- Con más de cien años a sus espaldas, esta casa, construida por un norteamericano, conserva su fachada intacta y buena parte de los materiales de construcción originales, extraÃdos o fabricados en la isla de Mallorca.
- La piscina se reorganizó en ambientes diferentes, para lograr un rejuvenecimiento del entorno exterior.
- La decoración interior huyó de la ornamentación e hizo del "menos es más" su principal objetivo. En este sentido, se apostó por los espacios amplios, limpios y vacÃos con las paredes y los techos pintados de blanco inmaculado. Se evitaron, con éxito, muebles altos, cortinas y tonos intensos.
- Los juegos de simetrÃa fueron una constante en toda la vivienda, lo que aportó equilibrio a los ambientes. Lo vemos en los suelos, en la elección de las lámparas, en la griferÃa o en la cuidadosa sucesión en doble fila de los cuadros.
En la cocina se ha dispuesto un rincón de almuerzo para ocho comensales. Sobre la mesa, antigua, al igual que las sillas, cuelgan unas lámparas gemelas de techo. En la pared se ha distribuido una curiosa composición de cuadros con marcos idénticos y temática similar en dos filas. Cuadros, del artista Oliver Dorfer.
La sobriedad del dormitorio aporta la serenidad que requiere el descanso. En el centro de la habitación se dispuso la estructura de la cama con dosel y en uno de los lados, una secuencia de armarios, tras los cuales se encuentra el baño anexo.
Muebles de encargo. Lámparas y apliques traÃdos de Alemania.
El generoso baño en madera y piedra fue una de las zonas más mimadas de la casa. En él destacan los dos lavabos, con griferÃas de la firma Vola, apoyados en una encimera volada de teca, al igual que la bañera de lÃnea rectangular. Un espejo de cuerpo entero con patas descansa sobre la pared. El rodapié decorado rompe la austeridad de la estancia.
Uno de los dos ventanales se situó en lÃnea con la bañera y, junto a esta, una mesita para tener a mano los accesorios y las toallas. Frente a los lavabos se dispuso una superficie de lamas de madera de teca que recorre todo un lateral y que facilita la salida de la bañera. La calidez de la madera contrasta con la frialdad del suelo de piedra.
via: www.micasarevista.com
Con el buen tiempo la vida diaria se traslada al exterior. En esta casa mallorquina se aprovechó el paisaje verde y el ambiente tranquilo para crear un espacio de paz y sosiego a dos niveles. En la parte inferior se dispuso una zona de estar formada por dos sofás enfrentados y unos sillones con cojines, bien protegidos con sombrillas.
Rodeada de montañas y con vistas al pueblo de Sóller, en Mallorca, la construcción de esta peculiar casa no responde al canon tradicional de las viviendas de la isla. Quizás viene dado por los elementos de estilo art noveau que se pueden apreciar tanto en el exterior como en el interior. Mientras que la fachada quedó intacta, por expreso deseo de su actual propietario, por dentro fue necesaria una modificación profunda para adaptarla a las nuevas necesidades de la familia.
Unos escalones salvan el desnivel en el acceso a la piscina, alargada y enmarcada por bancales. A un lado se colocaron unas hamacas con colchonetas, para disfrutar del sol, y enfrente se ubicaron unos cómodos sillones de mimbre bajo la sombra que proporciona una improvisada jaima.
El área de la piscina se actualizó con el fin de rejuvenecer el entorno de la vivienda. Para ello se revistió toda la superficie con madera y se distribuyó en tres ambientes diferentes: una zona de estar y un chill out en la zona superior mientras que en la parte inferior, alrededor de la piscina, se ubicó el solárium. AsÃ, todos quedaron contentos.
El espacio, que antaño estaba excesivamente compartimentado, acoge hoy ambientes amplios y desahogados. En la planta baja se agruparon las estancias más utilizadas: el salón o zona de estar, la cocina con office y el dormitorio principal, donde se integró un espectacular baño a modo de spa privado. En él, tanto las piezas como los elementos estructurales destilan un aire escultórico. Mientras, el piso de arriba se reservó a los invitados —que en verano suelen visitar a la familia—y en el semisótano, se construyó una bodega.
En el salón destaca la carpinterÃa de madera encerada de los ventanales, con más de 70 años. En cuanto al mobiliario, se acertó al combinar muebles tradicionales con otros de estilo más actual, como los sofás de tapicerÃa en blanco inmaculado y el puf, de la firma Flexform, que incitan a mantener largas tertulias.
La puerta, con cuarterones de cristal transparente, permite la conexión visual con el resto de la vivienda. Su diseño, de doble hoja y con molduras inferiores, es una prolongación del de los dos armarios situados a la entrada.
En cuanto a la decoración, se recurrió a la estética clásica que caracteriza las casas de la isla: paredes pintadas de blanco impoluto, mobiliario con la madera como protagonista, a juego con las carpinterÃas de las ventanas, y revestimientos hidráulicos, piedra o gres, a veces cubiertos por alfombras de fibras vegetales.
Una cocina despejada
El hecho de que la isla ocupe el centro de la cocina facilita la libertad de movimientos. El dibujo de damero de las baldosas hidráulicas antiguas aporta dinamismo al ambiente. La luz natural entra a través de las ventanas.
En el centro de la cocina se situó una amplia isla de madera de roble con placa y horno de acero, ambos de la firma Smeg. Junto a ellos se dispuso el fregadero, para facilitar las tareas. Vitrinas a ambos lados de la puerta y una hornacina con baldas sobre el radiador hacen posible que el menaje se encuentre perfectamente organizado.
- Con más de cien años a sus espaldas, esta casa, construida por un norteamericano, conserva su fachada intacta y buena parte de los materiales de construcción originales, extraÃdos o fabricados en la isla de Mallorca.
- La piscina se reorganizó en ambientes diferentes, para lograr un rejuvenecimiento del entorno exterior.
- La decoración interior huyó de la ornamentación e hizo del "menos es más" su principal objetivo. En este sentido, se apostó por los espacios amplios, limpios y vacÃos con las paredes y los techos pintados de blanco inmaculado. Se evitaron, con éxito, muebles altos, cortinas y tonos intensos.
- Los juegos de simetrÃa fueron una constante en toda la vivienda, lo que aportó equilibrio a los ambientes. Lo vemos en los suelos, en la elección de las lámparas, en la griferÃa o en la cuidadosa sucesión en doble fila de los cuadros.
En la cocina se ha dispuesto un rincón de almuerzo para ocho comensales. Sobre la mesa, antigua, al igual que las sillas, cuelgan unas lámparas gemelas de techo. En la pared se ha distribuido una curiosa composición de cuadros con marcos idénticos y temática similar en dos filas. Cuadros, del artista Oliver Dorfer.
La sobriedad del dormitorio aporta la serenidad que requiere el descanso. En el centro de la habitación se dispuso la estructura de la cama con dosel y en uno de los lados, una secuencia de armarios, tras los cuales se encuentra el baño anexo.
Muebles de encargo. Lámparas y apliques traÃdos de Alemania.
El generoso baño en madera y piedra fue una de las zonas más mimadas de la casa. En él destacan los dos lavabos, con griferÃas de la firma Vola, apoyados en una encimera volada de teca, al igual que la bañera de lÃnea rectangular. Un espejo de cuerpo entero con patas descansa sobre la pared. El rodapié decorado rompe la austeridad de la estancia.
Uno de los dos ventanales se situó en lÃnea con la bañera y, junto a esta, una mesita para tener a mano los accesorios y las toallas. Frente a los lavabos se dispuso una superficie de lamas de madera de teca que recorre todo un lateral y que facilita la salida de la bañera. La calidez de la madera contrasta con la frialdad del suelo de piedra.
via: www.micasarevista.com
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